Dificultades en las relaciones: Las conversaciones terminan en discusiones, gritos, sarcasmo, reproches o silencios tensos.
Falta de respeto y menosprecio: Experimentas burlas, críticas constantes o invalidación de tus sentimientos.
Sientes que no te escuchan o que no puedes expresar lo que sientes sin generar conflicto y tienes la sensación de que tus necesidades emocionales no se cubren.
Irritabilidad o frustración constante: Las pequeñas cosas te sacan de quicio y sientes una tensión interna difícil de manejar.
Pérdida de interés en actividades que antes disfrutabas: Aquello que te apasionaba ya no te motiva y sientes una apatía generalizada.
Comportamientos de evitación o escape: consumo excesivo de alcohol, comida o redes sociales, dopamina en general para para no enfrentar tus emociones.
Dificultad para concentrarte o tomar decisiones: Tu mente se siente nublada y te cuesta enfocarte en tareas cotidianas.
Sensación persistente de vacío o insatisfacción: Nada parece llenar ese hueco, incluso cuando logras objetivos externos.
Sentimiento de soledad y desconexión emocional.
Somatización: Experimentas dolores de cabeza, problemas digestivos u otras dolencias físicas sin una causa médica clara.
Resentimiento acumulado.
Alteraciones en el sueño o en el apetito: Duermes demasiado o muy poco, comes en exceso o has perdido el apetito sin razón aparente.
Alteraciones en el sueño o en el apetito: Duermes demasiado o muy poco, comes en exceso o has perdido el apetito sin razón aparente.
Pensamientos negativos recurrentes o autocrítica severa: Una voz interior te juzga constantemente y te sientes incapaz o sin valor.
Sentimiento de estar atrapado/a o viviendo una vida que no te pertenece: Sientes que estás en piloto automático y anhelas algo diferente, pero no sabes cómo alcanzarlo.